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DOS CUERPOS

Soy cuerpo. 
Decir cuerpo es afirmar la tridimensionalidad. 
Soy espacioso y soy temporal.
Mi existencia está vinculada a la afirmación de que el universo existe. 
No tengo, soy cuerpo.
El ser humano no solo ocupa un espacio, sino que se atiene a otro tipo de espacialidad: el espacio interior.
Construir nuevas formas de contacto, no combatir desde fuera sino que el combate se dé desde el cuerpo y desde los cuerpos que me rodean. Puedo aprender a manejarlo asumiendo su frágil condición, tocando, acariciando, descubriendo que en lo vulnerable hay riqueza y expresión de la excelencia humana. 
El papel del cuerpo es asumir esta metamorfosis y poder transformar las ideas en cosas, es simbolizar la existencia  y ser el interlocutor en un enorme campo de posibilidades, porque nos hace hablar desde el silencio del otro. Este condicionamiento nos lleva a convivir en especie, es por lo que los otros dejan su impronta en mí y, desde luego, yo en ellos. Esta comunicación apela a una participación activa a través de la relación afectiva. 
La caricia es la herramienta de contacto con los otros y conmigo mismo. Quien se relaciona es el hombre de carne y hueso, no una abstracción o idea, es el hombre que nace, vive, sufre, goza y muere. El que come, bebe, juega, duerme, piensa y quiere.
Para convertir nuestra vida en algo mágico, necesitamos hacer el amor con mayúsculas, necesitamos erotismo cotidianamente, necesitamos estar enamorados de la vida.

El cuerpo busca la libertad por medio de la expresión, donde hay un cuerpo que no habla se oculta un corazón que no siente. Esto no se reduce únicamente a los deseos carnales, sino también le es inmanente a la espiritualidad. 
Se dice que el hombre se vuelve sagrado en el momento en que la muerte revela el valor incomparable del espíritu.
El erotismo es una necesidad existencial como lo es la ficción. La imaginación es talismán y refugio, que nos permite crear para protegernos de la soledad destructiva. 
Eros nos devuelve a la vida y nos alimenta el alma. Hablar de alma nos coloca en un nivel metafísico; estamos en un nivel psíquico, se llega a la satisfacción cuando los encuentros se vinculan con lo sagrado. La sexualidad no está desvinculada del alma, se involucran en el acto sexual una serie de elementos complejos de nuestra naturaleza cuando se unen dos almas y dos cuerpos.

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